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Argumento:
¿Familia o bandera?
Carolina del Sur. 1776. Benjamin Martin es un viudo, padre de una numerosa prole, y dueño de una plantación. Antaño intervino en varias guerras, pero ahora lo más importante para él es su familia. Por eso, cuando en la Asamblea de Charleston se habla de luchar contra Inglaterra para lograr la ansiada independencia, Benjamin rehúsa apoyar la causa. Lo que contraría sobremanera a Gabriel, el hijo mayor, que decide ir a la guerra por su cuenta. Los hechos, que son tozudos, obligarán al propio Benjamin a replantearse su postura en la guerra de independencia.
Magnífica película que, curiosamente para el tema patriótico que aborda, viene firmada por un alemán: Roland Emmerich (Independence Day, Godzilla). El director cambia completamente de género al filmar una historia de aventuras, donde al final queda claro que, para defender la propia familia, hay que luchar también por el país o la sociedad donde esa familia convive con otras muchas familias. Sin posturas patrioteras sonrojantes, Emmerich logra, gracias al medido guión de Robert Rodat (autor también del libreto de Salvar al soldado Ryan), una película emocionante, donde se conjuga el drama de los personajes (sobre todo el enfrentamiento padre-hijo, y contra el enemigo inglés), con magníficas escenas bélicas. Mel Gibson demuestra una vez más que su carisma no es casual, mientras que el el joven Heath Ledger sostiene el personaje del hijo con aplomo.
Siete hijos
Benjamin Martin, el protagonista de la película, es un viudo con siete hijos. Mel Gibson tenía la suerte de que por entonces su mujer Robyn, con la que llevaba casado muchos años, estaba vivita y coleando. Pero cuando le propusieron hacer El patriota tenía seis hijos. Mel explicaba así, entre bromas y veras, cómo solucionó la discrepancia: “El guión decía siete hijos, así que tuve que hacer un montón de trabajo. Fue la investigación más excitante que he hecho nunca... Ahora mi séptimo hijo es el pequeño juguete de todos. Es mejor que un perro y, a diferencia del perro, se queda dentro de la casa.”
¡Es la guerra!
Las escenas de las batallas de Candem (derrota americana) y Cowpens (derrota inglesa) son de una espectacularidad increíble. En la segunda se emplearon más de 600 extras, que hacen el ruido de varios millares. Una grúa de más de 20 metros permitió realizar barridos espectaculares con la cámara. Las imágenes están bien apoyadas por la partitura de John Williams. Los extras fueron instruidos en el manejo de las armas de fuego y dispositivos de yesca, buscando a toda costa el máximo rigor histórico posible. Los ingleses no han quedado demasiado contentos acerca de su papel en el film, pero ya se sabe... nunca llueve a gusto de todos.
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