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Argumento:
La cólera de Aquiles
Trasladar a la pantalla el extensísimo poema griego La Ilíada era una empresa verdaderamente homérica (nunca mejor dicho en este caso), pero Hollywood no conoce límites. Y es que no se trata sólo de su extensión, sino del contenido mitológico y heroico de un poema que ha sido considerado como una de las cimas de la literatura de todos los tiempos. Homero narra en ella la guerra desencadenada en el siglo XII a.C. entre griegos y troyanos, cuando Paris, príncipe de Troya, se lleva consigo a su ciudad fortificada a la bella Helena, esposa de Menelao, rey de Esparta. Las fuerzas griegas comprenden varios reinos (Esparta, Micenas, Tesalia), comandados por el rey de Micenas Agamenón. Pero para derrotar a Príamo, rey de Troya, él sabe que necesita a Aquiles, rey de los Mirmidones, el único guerrero capaz de enfrentarse al temido Héctor, el más valeroso combatiente de la ciudad amurallada. Pero Aquiles detesta la arrogancia de Agamenón…
Muy bien podría haberse llamado la película “La cólera de Aquiles”, porque el guión se aleja quizá peligrosamente del terreno mitológico (aquí los dioses no aparecen) para centrarse en las desavenencias entre Aquiles y su jefe. Esto no quita por supuesto para que estén presentes los temás básicos de esta historia épica, tales como la amistad, el amor, el honor y la valentía. El director Wolfgang Petersen ha logrado salir airoso de esta superproducción plagada de extras y rodar vibrantes escenas de lucha cuando entran en acción los nombres ilustres de Áyax, Odiseo (conocido también como Ulises) o Héctor, con algunos planos panorámicos extraordinarios. Brad Pitt se esfuerza por aportar a su personaje la fuerza del mito, aunque quizá le hace un flaco favor su estado perpetuamente iracundo, mientras que Eric Bana encarna con majestuosidad al honorable Héctor.
Los ojos de Peter O'Toole
Desde que se diera a conocer en 1962 con Lawrence de Arabia, el británico Peter O'Toole dejó el sello de su intensa mirada como su rasgo más significativo. El actor ha sabido sacar a esa característica de su rostro un jugo expresivo poco común cuando sus papeles se lo han requerido: Lord Jim, Becket, El león en invierno o Calígula. Ahora, a los 72 años sus ojos han vuelto a brillar de modo conmovedor encarnando al viejo Príamo, padre de Héctor.
Un diálogo memorable
En medio de las batallas se intercala un episodio que puede ser calificado el más bello y conmovedor de la película. Se trata de un parlamento entre Aquiles (Brad Pitt) y Príamo (Peter O'Toole), cuando éste entra en la tienda del guerrero y le hace una petición tan audaz como dolorosa. Tan importante era la escena que el director trasladó el plató a la sala de un hotel para que los actores no se distrajeran: “Nunca lo olvidaré. Brad estaba sentado allí después de representar la escena y estaba casi en estado de shock. Y Peter O’Toole... ¿qué puedo yo decir? Este fue uno de esos momentos que nunca se olvidan”.
Las comparaciones son odiosas
Entre literatura y cine las comparaciones suelen ser odiosas. Como en este caso. Y es que el extenso poema de Homero es el paradigma de la épica, con personajes que, alejados del maniqueísmo, componen una rica galería de arquetipos humanos. La película tiene varias diferencias con la 'Ilíada', pero quizá la más importante sea la desaparición casi total de los dioses, cuya influencia sobre los humanos en la obra de Homero es vital para comprender la mitología griega. Por otra parte, la película enfatiza quizá demasiado el ansia de gloria de Aquiles y su cólera contra Agamenón: el primero queda simplificado y desfavorecido y el segundo se convierte casi en el malo de la película. También se reducen los papeles de Odiseo y Áyax, por ejemplo, y el Diomedes homérico ni aparece. De toda formas hay que tener en cuenta que trasladar la 'Ilíada' fidedignamente a la pantalla es algo imposible. Troya es una película de altos vuelos, precisamente porque se esfuerza en mantener el espíritu del texto original.
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