|
|
|
|
Argumento:
La película inicia con la escena donde el príncipe Alberto, duque de York (Colin Firth), segundo hijo de Jorge V, tartamudea durante el discurso de clausura de la British Empire Exhibition de 1925, en el Estadio de Wembley. Si bien ya había perdido la esperanza de curarse, su esposa Isabel (Helena Bonham Carter) lo convence para que vaya a ver a Lionel Logue (Geoffrey Rush), un fonoaudiólogo australiano que vive en Londres. En su primera sesión, Logue rompe con la etiqueta real e insiste en llamar a su paciente «Bertie», un apodo utilizado solo en el círculo familiar del duque. Cuando Alberto decide que los métodos y los modales de Logue son inapropiados, el logopeda apuesta un chelín a que el duque puede recitar sin problemas el monólogo de Hamlet «Ser o no ser», mientras escucha Las bodas de Fígaro con auriculares y lo graba con un gramófono. Convencido de que su tartamudez persistía, el duque abandona el consultorio enojado y afirmando que su condición es «desesperada»; el fonoaudiólogo le ofrece su grabación como recuerdo.
El rey Jorge V transmitiendo su mensaje navideño de 1934; esta escena se recreó en la película.
Después de que el rey Jorge V (Michael Gambon) transmitiera su discurso navideño de 1934 a través de la radio, le explica a Alberto la importancia de la radiodifusión para la monarquía moderna. Le dice también que «David» (Eduardo, el príncipe de Gales, interpretado por Guy Pearce), su hermano mayor, traerá desgracia para sí mismo, la familia y el país cuando suba al trono y que dejaría al canciller Hitler y al premier Stalin ordenar las prioridades en Europa. El rey le pide que se prepare y que comience leyendo el discurso de su padre; el duque realiza un esfuerzo agotador para lograrlo.
Más tarde, Alberto reproduce la grabación de Logue y se escucha a sí mismo recitar a Shakespeare muy seguro. Vuelve a verlo con su esposa, pero le pide que no profundice en su vida privada y solo se enfoque en los aspectos físicos. Logue le enseña a relajar sus músculos y técnicas para controlar su respiración, pero continúa haciendo referencia sutilmente a las raíces psicológicas de la tartamudez. El duque revela más tarde algunas de las dificultades que enfrentó en su infancia: su relación tensa con su padre, estricto y poco afectuoso, la represión de su zurdera, las tablillas metálicas dolorosas que usaba para corregir sus malformaciones en las rodillas, el abuso psicológico de su niñera, que no le daban de comer todos los días y la temprana muerte de Juan, su querido hermano menor que padecía epilepsia. Tras esto, ambos se hacen amigos.
Jorge V fallece en enero de 1936 y David asciende al trono como Eduardo VIII. Produce una gran crisis por su determinación de casarse con Wallis Simpson (Eve Best), una estadounidense de la alta sociedad que todavía está casada legalmente con su segundo marido. En una fiesta navideña en el Castillo de Balmoral, Alberto señala que el rey, como cabeza de la Iglesia anglicana, no puede casarse con Simpson, por más que llegue a conseguir el divorcio, tras lo cual su hermano lo acusa de querer usurpar el trono y afirma que sus clases de locución son una forma de prepararse, además de llamarlo «B-B-B-B-Bertie».
En su siguiente sesión, expresa su frustración por el hecho de que sus habilidades mejoraron en cuanto a hablar con otra gente, aunque no con su hermano. También revela a Logue el alcance de la pasión que Eduardo siente por Wallis. Cuando el australiano insiste en que podría ser mejor rey que su hermano, el duque califica la sugerencia como traición y se burla de su carrera actoral frustada y sus orígenes humildes. Luego de que Eduardo VIII abdica al trono para casarse con Wallis Simpson, Alberto se convierte en Jorge VI. El nuevo rey y su esposa van a visitar a Logue a su casa para pedirle perdón y allí conocen a la esposa del australiano, que a su vez desconocía la identidad verdadera del paciente de su marido.
Mientras se realizan los preparativos para la coronación en la Abadía de Westminster, Jorge VI descubre que Logue no tiene estudios; este le explica que, como profesor de locución, ayudó a recuperar el habla a los soldados australianos que volvían de la Primera Guerra Mundial con fatiga de combate. Cuando Jorge VI se muestra convencido de su ineptitud para ser rey, Logue se sienta en el Trono de Eduardo el Confesor y descalifica la Piedra de Scone. Animado por la aparente falta de respeto de Logue, el rey se sorprende a sí mismo con su súbita elocuencia, nacida del enojo.
Ante la inminente declaración de guerra a Alemania en septiembre de 1939, Jorge VI lleva a Logue al Palacio de Buckingham para que lo prepare para su discurso, que será difundido por radio y escuchado por millones de personas en el Reino Unido y todo el Imperio. El rey y Logue permanecen solos en la sala con el micrófono; Jorge VI da su discurso correctamente, como si estuviera solamente con su fonoaudiólogo, quien lo guía en silencio. Hacia el final de la transmisión, el rey habla solo, casi sin su ayuda. Finalmente, acompañado por su familia, sale al balcón y recibe los aplausos de miles de personas allí reunidas. Un pequeño cartel explica que Logue siempre estuvo presente en los discursos de Jorge VI en el transcurso de la guerra y que siguieron siendo buenos amigos por el resto de sus vidas.
|
|