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Argumento:
Las primeras escenas retoman la infancia de Carl Fredricksen, un niño tímido y serio que idolatra al famoso explorador Charles F. Muntz Jr, cuyas anécdotas suelen relatarse en unos informativos proyectados en las salas de cine de la época. Un día, tras acudir al cine para mirar las nuevas aventuras de Muntz, Carl se entera de que este fue acusado de fabricar el esqueleto de un ave gigante, el cual afirmó que había descubierto en Cataratas del Paraíso. Ante el hallazgo de su supuesta mentira, perdió su empleo. No obstante, se comprometió a regresar a ese sitio para traer consigo un ejemplar vivo de esa ave y así retomar su reputación. La revelación de la mentira de Muntz entristece al joven Carl.
Poco después, Carl conoce a una niña enérgica y algo excéntrica llamada Ellie, que coincidentemente también es una fanática de Muntz. Esta le confiesa su deseo de trasladar su club (ubicado en una casa abandonada en el barrio) a un acantilado con vista a Cataratas del Paraíso, a donde acudió Muntz. Carl le promete ayudarle a concretar su plan. Conforme las escenas avanzan, se ve a unos adultos Carl y Ellie contrayendo matrimonio y viviendo en donde anteriormente era el club de ella, aunque esta vez restaurado por completo. Él trabaja como vendedor de globos, mientras que ella consigue un empleo en un zoológico de la ciudad. Al principio, quieren tener hijos pero, después de que pierden un niño, descubren que no pueden tener más y empiecen a pensar más en viajar. Si bien ambos intentan ahorrar para poder acudir algún día a Cataratas, siempre terminan gastando lo que llevan ahorrado en alguna otra necesidad que se les va presentando. Más tarde, Ellie enferma repentinamente y fallece sin que la pareja logre llevar a cabo el viaje anhelado, algo de lo que se lamenta profundamente Carl.
Se presenta ahora a un Carl envejecido, viudo, solitario y gruñón habitando la misma casa, aunque esta se halla rodeada ahora por un entorno urbanista de rascacielos y edificios prominentes. Unos contratistas que trabajan en una zona cerca de la casa de Carl le han solicitado comprar su casa para ocupar el terreno en una nueva construcción, sin embargo el anciano se niega a venderles su propiedad. En una ocasión, el anciano hiere a uno de los trabajadores debido a que tumbó por accidente el buzón de correo de su hogar, lo cual ocasiona que se le remita una orden judicial en donde se le obliga a desalojar su casa para trasladarse a una residencia nueva. Al no haber otra alternativa, Carl ingenia inflar decenas de miles de globos de helio un día antes de ser desalojado, para atar la casa a estos y poder llevársela consigo en las alturas. Cuando esto ocurre, y efectivamente la casa se levanta de su sitio, se percata de que también se ha traído con él a Russell, un niño que pertenece al grupo escultista denominado «Exploradores intrépidos», que poco antes había insistido a Carl para que le ayudase a conseguir la medalla de «Ayuda a los mayores», la única que le falta para avanzar de grado escultista.
Con Russell como su único compañero en la travesía, Carl orienta la dirección en la que vuelan a bordo de la casa, similar a la planeación de un avión. Tras pasar algunos obstáculos relacionados con la adecuada ascensión de la casa, incluyendo una tormenta eléctrica, casi caen por un barranco al llegar a tierra firme, en una zona repleta de acantilados y formaciones rocosas. Logran sobrevivir y Carl decide llevar la casa, aún flotante por varios globos inflados, a cuestas para lo cual se amarra la manguera de la misma a su cintura. El anciano reconoce las Cataratas del Paraíso a lo lejos, por lo que espera llegar hasta ahí antes de que todos los globos se desinflen o revienten, y la casa no pueda trasladarse más. En su recorrido, se topan con un ave alta y de plumas coloridas, a la cual Russell llama Kevin (aunque luego se descubre que el ave es hembra ya que debe cuidar de sus crías), y con un perro que es capaz de hablar a través de un collar electrónico especial que lleva sobre el cuello. Este último dice llamarse Dug. Si bien Carl se muestra reticente a que ambos animales se les unan en su travesía, estos terminan acompañándolos. Antes de llegar a su destino, son interceptados por un grupo de perros encabezado por un dóberman llamado Alfa. Al igual que Dug, son capaces de hablar por medio de sus respectivos collares. Carl se entera de que Dug estuvo comunicándose con ellos todo ese tiempo, algo que Alfa y sus acompañantes, el rottweiler Beta y el bulldog Gamma, revelan en el momento. Los canes los obligan a seguirlos, excepto a Kevin que se ocultó en la azotea de la casa poco antes para que no le vieran, para encontrarse con su amo, un ya anciano Muntz.
Una vez que llegan al lugar donde los perros les indican, Carl reconoce a su ídolo de la infancia y lo saluda con alegría, no sin antes notar que es acompañado de docenas de canes. Muntz les ofrece amablemente abordar su dirigible, Spirit of Adventure, que se halla estacionado en una cueva del sector. Mientras comen en el interior del dirigible, el aventurero les revela a Carl y a Russell que ha pasado mucho tiempo en Cataratas buscando al ave que prometió encontrar, y para ello es auxiliado por todos los perros que vieron al llegar. Aunque también deja entrever que no le preocuparía en lo absoluto el bienestar de la criatura, con tal de recuperar su reputación. Inocentemente, Russell le informa de Kevin, al hallar similitudes entre esta y la criatura que busca Muntz. Carl decide huir del lugar junto con el niño, pero Muntz se rehúsa a dejarlos ir sin que antes le entreguen al tal Kevin. Tras una persecución entre las pendientes y zonas rocosas del lugar, en donde Carl, Russell y Kevin (que ha salido de su escondite) reciben la ayuda de Dug, al final el villano los atrapa con ayuda de sus perros y del dirigible, y le prende fuego a la casa de Carl.
Sabiendo que al llevarse a Kevin ya no le molestarán más, y habiendo extinguido el fuego de su casa, el anciano considera regresar a Cataratas sin importarle más lo acontecido, algo que le molesta a Russell, quien le insiste en regresar para ayudar al ave. No es sino hasta que el primero lee el álbum fotográfico de Ellie, específicamente unas páginas que no había visto en donde ella le agradece por la aventura que significó haber sido esposos, y animándole a ir por nuevas aventuras, Carl accede a rescatar a Kevin con ayuda del joven escultista. Para conseguir que la casa vuelva a elevarse en los aires, ya que muchos de los globos se reventaron debido al fuego provocado por Muntz, se ve en la necesidad de desalojar algunos muebles de la misma. Tras alcanzar al dirigible, Carl intercepta en su interior a Muntz, pero este último logra capturar a Russell. Finalmente Carl maniobra el dirigible y logra rescatarlo, lo cual lo pone a salvo junto con Kevin y Dug en la casa flotante. Después de un altercado entre Muntz y Carl, el explorador se cae del dirigible. A pesar de sus intentos por rescatar la casa, que ya no puede flotar y a la cual se ha aferrado con la manguera, Carl opta por dejarla ir para evitar que Kevin y Dug caigan del dirigible también.
En las últimas escenas, se ve a Carl, Dug y Russell mientras se despiden de Kevin y regresando a la ciudad a bordo del Spirit of Adventure. Carl accede a entregarle la medalla faltante al joven. Momentos después, aparecen estos dos últimos, junto con Dug, contando los automóviles de un mismo color que transitan por una de las calles de la ciudad, mientras comen un helado. También se observa a la casa de Carl descendiendo e instalándose en Cataras del Paraíso, con lo cual de alguna forma se cumple el deseo que había tenido Ellie desde que ella y Carl eran niños.
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