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Argumento:
Trevor es un tipo con una pinta más bien rarita, que sufre insomnio y no come nunca. El resultado es un aspecto lamentable, de un rostro con grandes ojeras y un cuerpo esquelético. El caso es que Trevor trabaja en una fábrica, manejando una máquina; y sin querer él, se produce un fatal accidente por el cual un compañero pierde un brazo. Si ya era mirado con malos ojos por el resto de los obreros por su escasa sociabilidad, a partir de entonces Trevor se convierte en un paria. A todo esto se unen extrañas notas que Trevor encuentra en su apartamento, y que alimentan en él una extraña paranoia de que está inmerso en una conspiración. La detección de desconocidos que le vigilan aumenta esa sensación. La duda que se plantea el espectador es muy sencilla: ¿está el protagonista loco, o realmente alguien está jugando con él?
Filmax continúa con su apuesta por producir títulos que, como Darkness, puedan explotarse en el mercado internacional. Y quizá éste es el más logrado hasta la fecha, a pesar de su atmósfera oscura, densa y espesa, que obliga al espectador a esforzarse en el visionado. La elección del director, Brad Anderson (Próxima parada Wonderland, Session 9) se revela perfecta para la creación de un clima desasosegante. El cineasta asegura haberse inspirado en filmes expresionistas, como Nosferatu y El gabinete del doctor Caligari, y desde luego, logra sorprender en el final. La presencia hispana en el film más visible es la de Aitana Sánchez-Gijón, que da vida a una camarera, y la de Roque Baños, compositor de la banda sonora. Y aunque también vemos a Jennifer Jason Leigh, el rey de la fiesta es el futuro Batman, Christian Bale.
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