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Argumento:
La narración comienza en la Navidad de 1940, el futuro para entonces. Mientras la gente normal es feliz de una manera un tanto despreocupada, los periódicos vaticinan la guerra, que efectivamente se declara esa misma noche.
Durante 26 años las grandes potencias mantendrán las hostilidades, destruyendo con bombas las edificaciones, asesinando a los civiles con gases venenosos. Finalmente, cuando el enemigo está a punto de ser vencido, éste disemina un virus final, la enfermedad errante, que acabará con la mitad de los supervivientes.
La transición desde la sociedad de entonces hasta este escenario apocalíptico lleva casi la mitad de la película, sin apenas contar nada de la vida del presunto protagonista, John Cabal, un aviador, un ingeniero convencido de la necesidad de acabar con la guerra.
La segunda escena nos sitúa al final de la guerra y una vez superada la peste, al inicio de una nueva época oscura donde reinan pequeños cabecillas locales en perpetua beligerancia con sus vecinos. Aquí vuelve a aparecer Cabal, más viejo pero igual de vital, como miembro de una nueva sociedad depositaria del saber científico que se dedica a erradicar a estos señores de la guerra para construir una utopía donde el hombre viva en paz y progreso.
Esta es la parte más moderna de la historia, con buenos, malos, no tan malos y un enfrentamiento de voluntades donde el héroe persigue un objetivo muy concreto, que además, implica la salvación de una chica.
Tras dominar la crisis (a modo de ejemplo con lo que está pasando por todo el mundo) la historia salta varios años, hasta el futuro de 2036, donde la sociedad es lo que John Cabal soñó, una hermandad en continuo progreso que desconoce la guerra e incluso las armas personales.
Pero esta sociedad no está contenta y se subleva contra el gobierno de tecnócratas cuando éstos planean lanzar por primera vez un vehículo tripulado a orbitar alrededor de la Luna.
El descendiente de Cabal, Oswald Cabal, presidente a la sazón, se enfrentará de una manera pasiva a la crisis y el gran cañón disparará el proyectil que transportará a su propia hija al espacio. El progreso no se puede parar, dice Oswald al final. El hombre, el individuo, debe aspirar a vivir feliz; pero la humanidad debe aspirar siempre a llegar más allá. Un día la Luna, otro los planetas, luego las estrellas… y siempre estará al comienzo de la siguiente aventura.
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