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Argumento:
Poco antes de la caida de Filipinas, a finales de 1941, el Coronel Madden Jackson (John Wayne) recibe el encargo de organizar una fuerza de guerrilleros filipinos para hostigar a las tropas de ocupación japonesas en las islas. Con la ayuda de un oficial filipino, el capitán Andrés Bonifacio (Anthony Quinn) un hombre atormentado porque su antigua novia se dedica a hablar por la radio como propagandista de los japoneses, (pero que en realidad colabora con los americanos), Jackson organizará un eficiente grupo de guerrillas cuyos golpes de mano lograrán crearles muchas dificultades a las fuerzas japonesas.
Hay que tener muy en cuenta que se enmarca en plena época de actividad propagandística de la insdustria hollywoodiense a favor del esfuerzo de guerra aliado, en este caso contra el enemigo que aun combatía: Japón. Como no podía ser de otra forma, el tratamiento de los personajes japoneses es descaradamente propagandístico, presentadolos como unos seres absolutamente taimados y retorcidos, lo que a veces hace que los personajes japoneses aparezcan como representaciones caricaturescas del “malvado amarillo”. Especialmente delirantes son las escenas en las que las tropas de Jackson desbaratan una ficticia ceremonia de declaración de independencia de Filipinas por parte de los japoneses.
En cualquier caso, mas alla de su contenido propagandístico, la película tiene algún que otro aspecto reseñable. El más evidente es el de contar en su elenco con dos gigantes de la pantalla como Wayne y Quinn, que sí bien no alcanzan en esta película sus mejores cotas interpretaivas, si que demuestran oficio en sus respectivos papeles
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