Tras la pista de los asesinos

-        Año: 1956


Cartel
Argumento:

Ben Stride, un ex sheriff, va tras la pista de los hombres que asaltaron una oficina de la Wells Fargo. El motivo, que su esposa, empleada de la compañía, fue asesinada durante el atraco. En su camino encuentra a un matrimonio de colonos, John y Annie Greer, a los que ayuda en un apuro, y con los que hace parte del trayecto. También se unen al grupo Bill Masters y su compinche Clete, que esperan que con motivo de la venganza de Ben, pueden hacerse con el botín del asalto, 20.000 suculentos dólares.

Solidísimo western del experto en títulos del género de serie B Budd Boetticher. Con guión de Burt Kennedy, y el apoyo en la producción de Batjac, la compañía de John Wayne, pinta un pequeño microcosmos compuesto en el fondo por cuatro personajes, de los que con breves trazos quedan perfiladas sus respectivas psicologías. Ahí está el lacónico Ben compuesto por Randolph Scott, que busca vengarse y se culpa de un estúpido orgullo que propició la muerte de su esposa; Masters, increíble interpretación de Lee Marvin, el memorable villano con rasgos de nobleza; la mujer colona Annie -parece que Gail Russell, que está estupenda, obtuvo el papel por el empeño de John Wayne, que quiso ayudarla por los problemas que ella arrastraba con el alcohol-, que empieza a verse atraída por Ben, y que conoce y asume las limitaciones de su esposo John; y éste, John, hombre de buenas intenciones pero torpe y débil, que sin embargo sabrá demostrar que tiene agallas.

Gran mérito de Boetticher reside en mantener el interés de una historia que, a pesar de discurrir en espacios abiertos, hermosos paisajes de piedra y polvo, tiene un aire claustrofóbico, acentuado por la presencia de pocos personajes. Hay algunos momentos memorables, y entre todos destaca, además del arranque, la de la conversación en la carreta en una noche lluviosa, donde Lee Marvin se luce contando una historia, como quien no quiere la cosa, que retrata a la perfección algunos rasgos de los otros tres acompañantes, Ben y el matrimonio. Su modo de meter el dedo en la llaga, y las reacciones y no-reacciones de los otros, son de una enorme elocuencia.


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