Caravana de paz (coloreada)

-        Año: 1950


Cartel
Argumento:

Producida por Argosy Pictures, la compañía del propio Ford, ‘Caravana de paz’ (‘Wagon Master’) es uno de los trabajos más personales del maestro, que fue también productor ejecutivo y guionista de esta historia (en los créditos aparecen como escritores Frank Nugent y Patrick Ford, pero el director hizo suyo el guión, introduciendo “cortes brutales”, tal y como reconociera Nugent). En su sencillez es una obra de arte, un verdadero deleite para el espectador. La historia no puede ser más humilde: un grupo de mormones, guiados por dos jóvenes ganaderos de caballos, forman una caravana en busca de tierras al oeste. Todo es característicamente fordiano: la idea de comunidad, los vastos espacios abiertos, las grandes dosis de humor, el tono magnífico, casi bíblico y una belleza tremenda a la hora de mostrar las relaciones humanas.

Los paisajes vacíos, de hermosura única, se llenan con las familias que viajan en la caravana. Expulsados de aquí y de allá (F.1: el vallado delimita la civilización, dejando a la izquierda del campo la inmensidad de la llanura y las montañas), la comunidad mormona, liderada por Wiggs (Ward Bond), se dispone al viaje hacia el oeste. Es, como dice Wiggs, la tierra prometida que el Señor ha reservado a su pueblo, para que la aren y la cultiven. La religión se mezcla con la necesidad. Los mormones tienen valor y fe, pero necesitan de su propio Moisés para que guíe sus pasos por el desierto. Sus plegarias serán escuchadas, y dos amigos, comerciantes de caballos, Travis y Sandy (Ben Johnson y Harry Carey, Jr.) dejan sus planes y aceptan la oferta de Wiggs, mientras entonan juntos una canción (“Dejé a mi chica en la vieja Virginia, y me uní a la caravana”). En el camino se encontrarán con una carreta y los tres componentes de un espectáculo (en realidad, timadores y prostitutas). También ellos son bienvenidos. Pero la caravana se verá amenazada por la aparición de los Cleggs, la banda de sádicos forajidos cuyas brutales acciones dan inicio a ‘Caravana de paz’.

Para todos los que se incorporan a ella, la caravana es una oportunidad. Cada uno según sus necesidades: el Dr. Hall y sus chicas son salvados de la deshidratación (el desierto es una metáfora de la perdición de sus almas); los Cleggs tratarán de escapar de la justicia marchando junto a los mormones; Sandy y Travis encuentran una ocasión para el amor. Al mismo tiempo, todos tendrán que hacer sacrificios por la comunidad, que impone sus propias normas (no bañarse, no afeitarse, no recurrir a la violencia).

Es maravilloso el uso que de la música hace John Ford. La película adquiere un ambiente épico gracias a los temas vocales interpretados por The Sons of the Pioneers, que nos anuncian la grandiosa hazaña de la caravana, rodando y rodando hacia el oeste. ‘Red River Valley’ adorna los encuentros amorosos entre Travis y Denver, y ‘Shall We Gather at the River’ suena cuando la caravana vence los últimos obstáculos hacia esa tierra prometida. Pero lo que es especialmente hermoso es cómo Ford utiliza el baile para reforzar el concepto de comunidad. Como en el baile de ‘Fort Apache’, aquellos que danzan al ritmo de la música (y del tambor que toca Francis Ford en ‘Caravana de paz’) se comprometen con un mismo destino. Por tres veces, después de vencer tres peligros, se repite este ritual.


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