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Argumento:
Una película bélica, heredera aunque no confesada, de aventuras exóticas y épicas – pero a la española – como “Tres Lanceros Bengalíes” de Henry Hathaway o “Gunga Din” de George Stevens. Cine militar de post guerra que el régimen impulsaba para magnificar la campaña de Franco en el norte de África, dando prestigio al recién nombrado caudillo. Fue un género cinematográfico efímero entre los años 40 al 45 aproximadamente, en el que también habría que incluir títulos como: “Raza”, “¡A mí la legión!”, “Sin novedad en el Alcázar” o “Escuadrilla”. Películas que exaltaban el orgullo militar, el valor y el deber con la cusa. Sería el debut de Carlos Arévalo, cineasta y escultor, que adapta una historia de un legionario, Luis García Ortega.
Un argumento que incluye sacrificio y amor, donde prevalece la amistad y la camaradería, que protagoniza Alfredo Mayo, prototipo del militar franquista, alto y de agradable presencia, de mirada penetrante que protagonizaría varias de las películas mencionadas, junto a otro galán como fue Luis Peña, actor con más recursos que el anterior. Allá por los años 20, durante la guerra de África se crearon unas unidades militares denominadas “Harkas”, formadas por tropas indígenas a cuyo frente se encontraban oficiales españoles. Es la historia de unos militares abnegados que conseguirían grandes triunfos con un gran sacrificio para la patria.
La acción transcurre en paisajes áridos e inhóspitos como todo buen film de aventuras épicas y militares que se precie, disfrutando de excelentes encuadres y buena fotografía, lástima que el sonido se muestre algo deteriorado por la mala conservación. Un panfleto imperialista español que dirán algunos, pero que forma parte de la historia de España. Por lo que me parece de interés por su valor histórico y testimonial, que no desmerece en absoluto en sus escuetos 66 minutos, además de ser una película casi desconocida para los aficionados al cine, prueba de ello es que no he encontrado ningún comentario sobre ella.
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