Espiritú de una raza

-        Año: 1950


Cartel
Argumento:

La película narra la historia de cuatro hermanos, Isabel, Pedro, José y Jaime, hijos del capitán de navío Pedro Churruca y descendientes de Cosme Damián Churruca, «el más sabio y valeroso marino de su época». Churruca padre, emulando a su ilustre antepasado, muere al principio de la película en Cuba, que aún es colonia española, en una misión suicida contra la Armada de los Estados Unidos. Su muerte es producto de la masonería que domina la política española y que ha abandonado la isla y a los militares españoles que la defienden a su suerte. Antes de partir hacia el martirio, sin embargo, don Pedro hace lo posible por transmitir a sus hijos el espíritu inherente al apellido Churruca, que es el espíritu de los almogávares: «guerreros elegidos, los más representativos de la raza española: firmes en la pelea, ágiles y decididos en el maniobrar».

José hace gala desde su más tierna infancia de ese espíritu almogávar. No así Pedro, en quien vemos una preocupación constante por el dinero y una cierta tendencia a la mentira y la trampa. Isabel, por su parte, es una niña modelo. José seguirá, como su padre, la carrera militar. Isabel se casará con otro militar. Pedro, al contrario que su hermano, será diputado republicano y exigirá rápidamente su parte de la herencia familiar para sufragar su carrera política. El cuarto hijo, Jaime —aún un bebé cuando murió su padre— ingresará en una orden religiosa.

Estalla la guerra civil. Isabel está con su marido en zona nacional. Pedro y José se hallan en el Madrid republicano asediado. El primero ocupa un importante cargo, aparentemente en las instituciones de defensa de la ciudad. El segundo es capturado a causa de sus actividades quintacolumnistas y condenado a muerte, sentencia que su hermano, preocupado por sí mismo, no intenta revocar. José es fusilado , pero un milagro hace que los impactos de bala no lleguen a quitarle la vida. Trasladado por Marisol ,una mujer que lo ama, a la clínica de un médico partidario de Franco, se repone de sus heridas y adquiere una nueva identidad que le permitirá pasarse a la zona nacional. Al fraile Jaime la guerra le pilla, para su desgracia, en zona republicana también: en Barcelona. Poco después del fusilamiento de su hermano, él es fusilado a su vez (y muere) junto a los demás frailes por un pelotón de milicianos «malhablados y sin afeitar» que asaltan y destrozan el convento. Tiene la oportunidad de salvarse invocando el nombre de su hermano Pedro (que ha sido destinado a Barcelona), pero fiel a su apellido y a sus compañeros, rehúsa todo privilegio.

José logra pasar a zona nacional gracias a la ayuda de un dentista que tuvo «un pasado malo de izquierdismo» lo cual le dio «influencia en aquella sociedad corrompida» [sic]. Llega hasta el frente del País Vasco, donde se encuentra su cuñado, el capitán Echevarría, que siente tentaciones de desertar y cruzar las líneas para reunirse con su esposa, Isabel Churruca y sus dos hijos, atrapados en el Bilbao republicano. José Churruca lo evita, y pronto se resuelve la situación con un desenlace feliz: las tropas nacionales derrotan a las Brigadas Internacionales que defienden la capital vizcaína y la familia se reúne.

Hundido el frente norte, el ejército de Franco se prepara para atacar en el frente de Aragón. En el estado mayor de Barcelona encontramos a Pedro, ahora vestido con un uniforme del ejército republicano, preparando la defensa frente al inminente ataque. Pedro debe hacer frente a los prejuicios de un individuo de mal aspecto y peores modales (puede que sea Valentín González, El Campesino), quien afirma que alguien con el apellido Churruca no puede servir debidamente a la causa de la República. Pedro aún no lo sabe, pero instantes después comprobará que el miliciano está en lo cierto: una mujer le visita para pedirle que le entregue una copia del estado de fuerzas en el frente de Aragón para pasárselo a los nacionales. Pedro, escandalizado, le dice que no puede traicionar a los suyos. La mujer le replica que «no es posible que tenga como suyos a los asesinos de su familia y de tantas familias honorables y rectas». Tocado por el argumento, Pedro le entrega los planos del frente. Sin embargo, la operación se descubre, para regocijo del jefe miliciano malencarado, y los planos no llegan a poder de los nacionales. Enfrentado a la muerte, Pedro parece recuperar ese espíritu almogávar que no había acabado de penetrar en él: «sin planos y aún sin armas», les espeta a los rojos, las tropas de Franco «ganarán la batalla contra los hombres huecos», ya que ellos, quienes «sienten en el fondo de su espíritu la semilla superior de la raza» son los «elegidos para la gran empresa de devolver a España a su destino».

La película se cierra con los supervivientes de la familia Churruca asistiendo al desfile de la Victoria en Madrid, presidido por Franco.


Información VOLVER