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Argumento:
Apartado de correos 1001 empieza por todo lo alto: un joven es tiroteado en plena calle, ante una de las principales oficinas bancarias de Barcelona; la única pista: en la habitación que tenía alquilada durante su estancia en Barcelona, los inspectores Miguel (Conrado San Martín) y Marcial (Manuel de Juan) descubren un ejemplar del diario La Vanguardia con un anuncio marcado: se solicita un gerente para una importante empresa de productos químicos, pero para concursar al puesto es necesario enviar una importante cantidad de dinero en concepto de fianza. La dirección: apartado de correos 1001 de Barcelona.
La película se centra en la compleja y minuciosa tarea investigadora de los agentes, sus vacilaciones iniciales, sus primeros fracasos, los primeros indicios válidos, y la presencia de ese instinto que sabe detectar de dónde cabe tirar para desenredar la madeja. Con ritmo vibrante, gran economía narrativa (el metraje no supera unos 90 minutos repletos de acontecimientos, localizaciones, diálogos y acción), una buena fotografía naturalista de Federico Larraya y un tratamiento que logra una perfecta simbiosis entre la intriga y la acción sin respiro y ciertos lugares emblemáticos de Barcelona (calles y plazas reconocibles, la sede del periódico, la secuencia del partido de frontenis, o la apoteosis final en las, por entonces, famosas atracciones Apolo -quizá un guiño a Orson Welles-), que contribuye a esa mixtura de género y populismo ensamblada a la perfección.
Irregular en cuanto a interpretaciones, destaca sin embargo el bien trenzado guion, lleno de aciertos y curiosidades (la muestra del funcionamiento interno del correo, el proceso de recogida, clasificación y reparto), obra de otros dos importantes directores españoles, aunque algo posteriores, Julio Coll y Antonio Isasi-Isasmendi, que resulta tan ceñido a los cánones censores como, por otro lado, más que valiente (ahí está la clave del crimen en torno al tráfico de cocaína o, en otro orden, el rápido establecimiento de complicidades y relaciones entre uno de los policías y una apetecible sospechosa…).
Y, además de eso, persecuciones, disparos, huidas en el último momento, habitaciones secretas, compartimentos camuflados, contactos en pisos de bloques semiderruidos…
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