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Argumento:
Joe Clay (Jack Lemmon) conoce a Kirsten Arnesen (Lee Remick), una brillante secretaria de la que se enamora, y se acaban casando. Tienen un bebé, y todo parece ir bien. Pero Joe bebe cada vez más y, lo que es peor, arrastra también a su mujer, que es abstemia. Los dos se convierten en alcohólicos, y en sus ratos sobrios piensan en cómo dejar la bebida.
Este film muestra una particularidad con respecto al alcoholismo: la tendencia latente a adquirirlo. Joe, una vez en recuperación, discute con su “padrino” (compañero de la comunidad AA que lo acompaña emocionalmente en su ardua lucha para mantenerse sobrio), acerca de la culpa que siente por haber inducido a Kirsten al alcoholismo; se siente totalmente responsable. En esa discusión surgen aspectos reveladores de las tendencias que su esposa ya tendría para desarrollar esta enfermedad, sin saberlo.
Es una película muy realista, en dos aspectos: demuestra claramente que las adicciones son enfermedades perversas porque, a diferencia de todas las otras, dependen exclusivamente de la voluntad propia para acceder a la recuperación; y que algunas personas no poseen, ni son capaces de crear para sí mismas, las herramientas necesarias para detenerlas. Recomendable para quienes son, o han sido afectados, por alcohólicos u otros adictos en su entorno más cercano.
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