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Argumento:
Gregory Fitzgerald y su amigo Tony se van de Nueva York para volar a Francia, donde estudiarán para el sacerdocio. En el avión, la diseñadora de moda francesa Francesca coquetea con el guapo Greg, sin darse cuenta de su vocación, y le da su número de teléfono.
Greg va a ver al Padre du Rochet, dejando a Tony, que se siente enfermo por el vuelo. Él termina compartiendo un taxi con una mujer estadounidense llamada Mónica Johnson, quien deja caer una medalla de San Cristóbal. Lo recoge y la sigue a un club, donde resulta que Monica es cantante.
En su camerino, Greg llega justo cuando tres policías franceses la interrogan. Habla el idioma y se sorprende al escuchar a Mónica usarlo como coartada. Mónica entra en pánico y corre hacia un callejón, donde Greg lucha contra un hombre que intenta agarrarla. Mónica va a su hotel a empacar una maleta, pero huye de tres hombres que golpean a Greg.
Tony está preocupado por la desaparición de Greg e incluso llama a Francesca, preguntándose si ella ha tenido noticias suyas. Greg se despierta y el conserje le dice que Monica ha estado en contacto. Él va a la tumba de Napoleón para encontrarse con ella. Mónica dice que fue testigo del asesinato de un hombre y ahora está siendo perseguida por hombres que trabajan para el criminal responsable, Trevelle.
Mientras encuentran un lugar para esconderse, Mónica hace un avance romántico hacia Greg, quien se resiste. Más tarde, Tony se entera de que están en Francia para unirse a un seminario.
Francesca está dispuesta a ayudar, y lleva a Greg a conocer a Trevelle. La historia que le cuentan es que el hombre asesinado era el hermano de Trevelle, Michael, quien había estado involucrado sentimentalmente con la mujer estadounidense. En una iglesia donde Du Rochet está diciendo misa, una confrontación revela la verdad, la admisión de Mónica de que le disparó a Michael cuando él intentó romper con ella. Ella se va y recibe un disparo en la calle, donde Greg la ayuda a recitar el Acto de Contrición en el que expresa pena por sus pecados y es una señal de que está salvada de la condenación eterna.
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